domingo, 29 de marzo de 2009

La utopía sirve para caminar

Ernesto Carrión Sablich (*)

Un sabio proverbio africano dice: “Cuando vas a un país donde todo el mundo baila con el pie derecho, debes imitarlos, pero enséñales también que es posible bailar con el pie izquierdo. Cuando todos hayan aprendido a bailar con los dos pies, cada uno tendrá la entera libertad para bailar con el pie que le vaya mejor, entonces nosotros seremos parte de su cultura y ellos parte de la nuestra”.

Este sería en resumen el fundamento del modelo de inmigración que se esta construyendo día a día en Cataluña: El modelo intercultural, un modelo que se caracteriza por potenciar los puntos en común entre los vecinos y residentes de una sociedad y no así sus diferencias. Un modelo que cree firmemente que tener y desarrollar un plan de futuro en común entre los ciudadanos es tan importante como tener una nacionalidad u origen similar.

La realidad nos muestra que estamos ante una oportunidad única de poder vivir en una sociedad en donde por primera vez se valore a la persona por lo que es, por el compromiso que tiene con la sociedad en la que reside y no por su origen o nacionalidad.
La honestidad y otros valores fundamentales no tienen nacionalidad. De la misma forma, toda sociedad necesita contar con ciudadanos honestos, comprometidos y que contribuyan, en este caso en Cataluña, a hacer una sociedad más grande y mejor.

Es un hecho que el siglo XXI plantea un camino claro hacia una sociedad donde se respete la diversidad cultural y al mismo tiempo se utilice esta diversidad como algo positivo. El modelo intercultural mira la inmigración como una oportunidad y en ningún caso como un problema. La mira como un reflejo de nuestro planeta que se ha quedado pequeño y obliga a sus habitantes a interactuar en forma continua y en donde todos podemos aprender de todos, en donde no existe: “Gent de fora”(extranjeros), sino por el contrario hay vecinos y ciudadanos colaborando y aprendiendo cada día mutuamente.

Es claro que de todo proceso social, como el de inmigración, se deriva una cierta problemática y este es el eje de unión ya que todos los residentes de una sociedad deben colaborar para solucionarla y así lograr que las consecuencias sean positivas para todos. Este modelo es la mejor opción para gestionar correctamente una democracia pluricultural como la nuestra de hoy.

El modelo intercultural lamentablemente no ha sido puesto en práctica en otros países de nuestro entorno, en donde se han escogido modelos como: el multicultural anglosajón, utilizado en Estados Unidos e Inglaterra, entre otros. Modelo que promueve la coexistencia de los diferentes colectivos culturales, pero que no promueve la CONVIVENCIA entre ellos. Lo que se traduce en una sociedad fracturada en diferentes colectivos, cada uno con una dinámica social diferente. Este modelo permite la participación pública de los extranjeros, pero no lo hace en forma transversal por lo que no se logra en ningún caso contar con una sociedad cohesionada.

De otro lado, tenemos el modelo integracionista francés, en donde se mantiene las diferencias entre los autóctonos y los nuevos ciudadanos y no existe la igualdad de oportunidades. Un modelo en donde no se toma en cuenta la riqueza del aprendizaje en ambas direcciones. Lamentablemente, en ambos casos ha habido una serie de expertos que han sido mucho tiempo referencia en este campo, pero han cometido sistemáticamente el mismo error: “analizar el proceso de inmigración solamente desde su percepción y no desde la percepción de los nuevos ciudadanos”, por lo que es como si un médico quisiera diagnosticar a un enfermo sin preguntarle siquiera donde le duele.

Ambos modelos han fracasado
Es por eso que pareciera que los grandes temas del futuro de nuestras sociedades no nos competen a los inmigrantes. Gran error, no solamente nos compete quién y cómo se gestiona la sociedad en la que vivimos, sino que además somos una parte muy importante en el desarrollo de la misma, de allí la importancia de contar también con los derechos políticos como el derecho al voto como una vía más hacia el desarrollo de un compromiso real como ciudadanos.Les recomiendo a aquellos sectores sociales y políticos que aún tienen dificultades en encontrar todas las ventajas de una sociedad intercultural y diversa, a quienes aún tienen dificultad para percibir la realidad del contexto social en el cuál nos encontramos y miran en el pasado tratando de encontrar una sociedad que ya no existe, que no tengan ningún temor ya que pueden estar seguros que nuestra Cataluña camina en el camino correcto, un camino hacia una sociedad más grande y mejor con la contribución de todos y todas sus residentes.

Cuando plateo estas ideas, algunos dicen que son Utopías, pero la Utopía sirve para eso, para caminar. “No nos consultaron para venir a este mundo, pero exijamos que se nos consulte para vivir en él”, dice Khalil Gibran.
* Coordinador de Nuevos Colectivos.

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